– LA LEYENDA DE HUGO
Le llamarón Hugó, pues su Padre,
obrero,
no podia cantar victoria.
Màs pronto que tarde el joven le dio
la razón,
como buen hijo,
y pudo ser atropellado no por uno
sino por dos
trenes desbocados, como premio
dos besos y cuatro tortazos.
Con tres años demostro
sus dotes de artista nato
en la blanca pared aparecio,
tras la puerta del comedor,
un gran dibujo art-deco,
Descontrolado su padre aplaudio
en la cara del autor.
Màs siguio con insistencia
en las aulas con su arte;
Caricaturas y descenso de fachadas,
El profesor, vanidoso y altivo,
se recreaba mostrando, ufano,
las falsificadas notas
al progenitor rmagnanimo .
Un amigo de su padre
le descubrio el amor y la pasión
en un sucio lavabo con dulces palabras
le hablo de los reyes magos, de papa
noel,
del sexo de los angeles y la
masturbación.
Con cuatro años la madre asustada
ha su marido se quejo ;
"Es peor que tu padre", el marrano,
espiando tras la puerta entreabierta
la maternal desnudez ...
!con combinación de los cincuenta!
Con once años lo descubrierón
enamorado de una infanta;
Se acabaron los juegos, las risas y la confianza.
Con catorce no cumplidos ;
como el arcangel Miguel
expulsando al diablo del paraiso,
blandiendo la flamigea espada
contra su primogenito descargo
su ira e ignorancia,
al sorprender en una fiesta de
adolescentes,
como la torpe mano dibuja circulos apasionados
sobre un sueter ardiente
que cubre al duro pecho encorsetado.
Como un ermitaño
por la gran ciudad erra,
con la mente muda, ciega y manca;
Rehuye el contacto
y en su rostro una sonrisa vaga.
Quiere ser bueno y espera
no ser malo si no
hace nada.
Hoy han
detenido, al fin,
al que fue su amante
pederasta,
Una denuncia anonima ha
revelado
que era infiel y enredador,
lo que le enseño no era amor,
Pero ya lo sospechaba.
Ahora en el barrio le
llaman Victor
camina tranquilo por la plaza
pero, él, ve la sombra de
Hugo
que siempre le acompaña.
LOLA
En
la silenciosa noche el sonido de una campana altera el espiritu de
Lola, una segunda
campanada la echa de la cama.
Pone
los dedos entre su larga melena castaña, los junta y eleva las manos
mientras se despereza; A poco, mechones de cabello se deslizan y
toman aire fresco hasta caer sobre su desnuda espalda.
Recoje
la ropa que, descuidadamente, descansa sobre el suelo al lado de su
camastro y cubre su cuerpo que ya empieza a demostrar el frio que
reina en el ambiente. Coje con decisión el gran mantel de encima de
la solitaria mesa de madera, poniendoselo a modo de capa por encima
de la cabeza, y deja que le acaricie su joven cuerpo, lo sujeta con
el colador y lo ciñe alrededor de su cintura con una cuerda de bolsaS de plastico.
Retira
el nudo de una tabla de pino que la separa de la calle y mira ún
segundo, desde el exterior no se oye ningun ruido, un "Oh"
de sorpresa brota de su garganta " ha nevado", rapidamente
se envuelve los pies en unas toallas y se calza dos sartenes negras y
requemadas; Con mas bolsas de plastico las amarra fuertemente y sale
por la ventana de detras de la calle.
Camina
con cuidado para no resbalar "podria atravesar todo el pueblo de
golpe esquiando sobre mis zapatos" piensa mientras se acerca a
la esquina.
Hace
el pino sobre la nieve y sacando un poco la cabeza comprueba que un
perro solitario se sorprende y ladra a dos sartenes que aparecen en
el aire.
Pasea
por las calles abandonadas del pueblo, solo algunas bombillas
iluminan como a espectros pedazos de las fachadas.
La
nieve de la calle recoje, apenas, la debil luz y transforma las
estrechas callejuelas en anchas avenidas donde deja sus hullas junto
a las del huidizo chucho.
A
veces sorprende el movimiento de unas ligeras cortinas o una pequeña
rendija de luz entre las contraventanas pero solo el crujir de sus
pasos sobre la nieve resuenan a su alrededor.
Va
haciendo muñecos de nieve de diferentes tamaños en distintos sitios
de la plaza y los saluda como grandes amigos que hace tiempo que no
se ven, recoge pequeñas cantidades de nieve y hace bolas que lanza
contra ellos y contra los troncos de los arboles, mudos testigos de
su vagabundeo, o al aire que al caer, a veces, estallan sobre su
cabeza.
Con
alegria se iba animando, revolcandose por el nevado suelo o
deslizandose, en cuclillas, por las suaves pendientes; Despues volvia
a subir y a bajar.
Alrededor
de su cuerpo una neblina de vapor emergia y su aliento salia
disparado. Contemplaba las estrellas en un cielo oscuro y
transparente donde tililaban cambiando de color: ahora unas pasaban
del rojo al amarillo, otras del verde al azul y brillaban de rojo,
despues, muchas, blanquecinas de cuatro puntas, extasiada respiraba
con dificultad, la nariz le dolia y se la imaginaba roja como un
tomate y un poco de humedad se le congelaba sobre el labio.
De
repente vio un arbol con una bolsa colgando de sus ramas, quizas
habia sido el viento y corrio hacia ella pensando en llenarla de
nieve. Sorprendida comprobo que pesaba y en su interior encontro un
pedazo de pan, queso, unas naranjas, un par de velas y una caja de
cerillas.
Miró
a su alrededor todo lo que alcanzaba su vista y no vio a nadie. La
recogio pues alguien la habia olvidado y si no lo aprovechaba ella lo
harian los gatos o los perros o los pajaros o quizas el primero que
se levantara se la quedaria y ella no habia cenado nada, de hecho,
muchos dias no cenaba o no comia nada, otros dias conseguia mendrugos
y restos de comida de los cubos de basura de unos vecinos muy
limpios.
Se
sento bajo el tejado del lavadero comunitario y comio con apetito
sorbiendo el agua casi helada del caño.
Ya
con el estomago lleno y el animo mas calmado recuerda que las
campanas han sonado varias veces mientras jugaba y antes de que
amanezca empezaran las gentes a levantarse, a remover las cenizas del
hogar para calentarse el desayuno, que bajaran a las cuadras para
alimentar el ganado y los mulos que despues engancharan en los
grandes carros de madera con ruedas más grandes todavia.
Se
acuerda de su antigua cama en una habitación para ella sola, de su
hermano pequeño dormido en la cuna, de su padre que tanto le quiere
y de su madre, silenciosa, callada, empequeñecida dentro de sus
negras ropas; Del ultimo dia que la echo de casa llena de moratones
por todo el cuerpo, las ropas rotas y rasgadas al querer escapar de
sus violentas uñas, los gritos, los llantos, los insultos y al final
la orden: " Vete, vete y no vuelvas nunca, si te veo te matare
".
Quizas
mañana Papa vendra y se quedara toda la noche conmigo como antes,
ahora debia volver a la cabaña medio caida en el arrabal del pueblo,
esconderse.
Quizas
mañana ... Papa siempre decia lo guapa y buena que era, la
acariciaba, la llenaba de besos y calor, despues ella acababa
acurrucada entre los fuertes brazos de Papa.
Quizas
mañana se quede.
Quizas
...